Correo.
Tengo 37 años. Soy una emprendedora serial , que está buscando constantemente tener una idea original, que sea diferente y me haga ganar dinero. Hasta ahora no lo he logrado y me siento un poco frustrada…
Qué es lo que puedo estar haciendo mal.
Rocío Martinez. Rosario.
Sugerencia.
Es normal que quienes tengan ganas de emprender aspiren a generar una idea original que las haga famosas y les permita hacer dinero. Sin embargo, esto no es lo habitual. Generar una idea original no es algo sencillo de lograr. No basta con tener ganas, voluntad, conocimientos, imaginación o deseos de emprender un negocio para dar a luz una idea creativa y única.
La originalidad plena es casi imposible de conseguir en todos los ámbitos de la vida, no siendo la actividad económica una excepción. Normalmente las ideas absolutamente originales no abundan ni son frecuentes. Lo habitual es que toda idea “novedosa”, salvo contadas excepciones, tenga un antecedente o soporte creativo que la precede. La casi totalidad de las llamadas nuevas ideas tienen un precedente o están inspiradas en otras ideas, experiencias, sucesos y ocurrencias que le sirvieron de soporte.
La mayoría de las creaciones que hicieron progresar a la humanidad se han retroalimentado de referentes preexistentes, sea a partir de la confrontación o porque fueron su fuente de inspiración. Desde esta perspectiva, las emprendedoras que se pasan la vida buscando una musa inspiradora que les aporte una idea absolutamente original difícilmente lo logren. Lo más factible es que conozcan la decepción porque esa musa inspiradora aparece muy excepcionalmente.
En el mundo económico y de la innovación lo normal es que un emprendedor tenga en cuenta ideas o productos precedentes para posteriormente añadirle un valor que le permita generar algo diferente. La gran mayoría de los emprendedores exitosos, sea Macdonalds o Steve Jobs, han seguido la premisa de que “todo producto puede ser mejorado”. Detrás de ese principio utilizaron su ingenio para optimizar las ideas que los inspiraron para mejorar el precio, la calidad, la rentabilidad, el servicio, la comercialización, la fabricación o la estética. En mayor o menor medida todos añadieron un nuevo valor a los bienes e ideas precedentes. Ese es el camino evolutivo que ha seguido la humanidad y siguen los grandes emprendedores.
Por esta sencilla y contundente razón, una emprendedora no debe desechar un proyecto ni debe dejar generar una idea porque ya existen propuestas parecidas en el mercado. Debe tener presente que esos productos preexistentes le pueden servir de punto de apoyo para sumar una ocurrencia o idea que le permitirá agregar algún tipo de valor adicional que la puede conducir al éxito. Por lo tanto, en vez de buscar que llegue mágicamente la musa inspiradora es mejor buscar en el mundo exterior que se puede mejorar, superar o innovar para dar lugar a un nuevo producto.
Ernesto Sandler