Algunas mujeres no quieren manifestar públicamente sus deseos de beneficiarse económicamente con un negocio o sus intenciones de lograr posiciones relevantes en la empresa porque buscan evitar las críticas que cuestionan que tengan ambiciones.
En vastos sectores sociales todavía prevalecen posturas retrogradas que no aceptan que las mujeres tengan y manifiesten sus ambiciones económicas o de poder. Mientras se suele admirar los emprendedores ambiciosos que buscan el éxito no se tiene la misma mirada con las mujeres que buscan hacer fortuna o lograr escalar posiciones en una empresa.
Este contexto hostil es absolutamente negativo. Aunque una mujer tenga una fuerte personalidad y esté segura de sí misma, las descalificaciones del entorno la suelen herir. Aunque trate de ignorarlas o las rechace no puede evitar que lastimen síquica y emocionalmente. No todas las emprendedoras o ejecutivas con ambiciones pueden soportar los agravios que quieren describirla como carentes de ética y dispuestas a todo. Estas descalificaciones determinan que muchas prefieran alejarse de los puestos de dirección o abandonen sus deseos de hacer negocios. Ante los ataques machistas y arcaicos prefieren por mostrarse dóciles y sin aspiraciones.
No hay duda que la hostilidad de algunas personas hacia las mujeres que desean ocupar posiciones jerárquicas en las empresas o hacer fortuna en los negocios forma parte de una cultura vetusta y machista. Negar que las mujeres puedan tener las mismas ambiciones y aspiraciones que los hombres es absolutamente anacrónico. Es una postura retrógrada que busca estigmatizar a la mujer ambiciosa para frenar su impulso emprendedor y protagonismo.
Las nuevas generaciones deben asumir plenamente que tienen todo el derecho a tener ambiciones de progreso. No puede sentirse culpable de tener ambiciones materiales o querer sobresalir en lo que hacen. Lo negativo en todo caso es carecer de algún tipo de ambición y deseo de superación.
No hay que avergonzarse de querer obtener dinero u ocupar un mejor puesto dentro de la empresa. No se debe cancelar el futuro por temor a lo que dirán los envidiosos y machistas. Una emprendedora, lejos de asumir conductas invisibles, debe plantarse ante la vida y mostrarse plenamente sin temores.
Ernesto Sandler