¡Hola amigas de La Crockery! Espero encontrarlas a todas muy bien, y si a alguna le está faltando el “muy” o el “bien” está flaquiiiiiiito flaquito, ¡este post es para ustedes!
Hace días que vengo pensando en (y agradeciendo a) todos esos rituales cotidianos que me fui creando para estar bien, bien presente y disfrutando el momento. Estos mimos y guiños de bienestar nacieron en estos últimos tiempos. Y por últimos tiempos hablo de años, así como de unas cuantas semanas, no muchas. Lo que se asentó en estos pocos días es la conciencia de tenerlos. De la suerte que tengo de tener la vida placentera que me genero, más allá de todas las problemáticas que vengan cual abrojo con la vida adulta y la vida en contexto de la realidad.
Mariquel y Vale me invitaron a compartir con todas estos rituales que me producen sonrisas, calma, gratitud y la más pura felicidad: la felicidad son instantes, y estos instantes pasan con frecuencia. Así que comparto feliz mis rituales y las invito a reconocerse en algunos de ellos y/o a compartir los suyos. Que este post sea un refugio de bienestar para todas cuando el “muy” está faltando, cuando el “bien” está flaquiiiiiiito flaquito, o cuando estamos FELICES DE VERDAD y queremos potenciar ese estado feliz con más energía que busca eso, la felicidad en las pequeñas cosas…
Prender velas
Amo la velas, escribo sobre gente que hace velas divinas, y veo velas en muchísimas fotos de Instagram que admiro… ¿pero por qué tuve que llegar a mis 40 y recién ahí entender que las velas se pueden prender todos los días, sin motivo y con el simple deseo de sumar luz al momento? ¡Estoy adicta a las velaaaas! 😀 Y cada vez que enciendo la vela de turno pido un deseo. Es gratis chicas, ¡y no hay que esperar a cumplir años para hacerlo!
Una de las que más disfruté este mes fue casualmente la vela que me gané en el sorteo de marzo de La Crockery: su pabilo de madera hacía un ruidito maravilloso al ser copado por el fuego. Ruido a fogón de cabaña en el bosque. Amo las velas y su perfumada compañía. ¡Gracias velas!
Abrazar mis rachas de buena lectura
¡Y leer en papel! Sí sí, siempre amé leer y reconozco que tengo períodos más lectores que otros. Ahora estoy en uno bien frondoso: leemos en familia un capítulo por noche del desopilante Dailan Kifki (¡hablemos de afianzar vínculos con mi niña y fomentarle la costumbre de leer libros!); cuando tengo lucidez nocturna y valor (ja) avanzo en mi lectura de Criar con Empatía de Maritchu Seitún (deseo fuerte que me susurre consejos en los materno-momentos más necesarios, jiiii); y cuando quiero abrigar mi alma y maravillarme con la exquisita pluma de Ana Pomar, leo El Ingrediente Secreto (me lo estoy devorando). Leer me nutre, calma y enciende a la vez. Leer hace bien. ¡Gracias libros!
Refugiarse bajo una manta
Nada más primitivo y celestial que escaparle al frío bajo una manta. En serio lo digo: ¿están mal? ¡Busquen una manta! ¿Quieren tener la siesta perfecta? ¡Busquen una manta! (y aflojen un poco con la calefacción: el Planeta nos lo va a agradecer). ¿Quieren mirar su serie favorita? ¡Busquen una manta! Las mantas sólo se guardan cuando la primavera se asienta… hasta entonces: ¡busquen una manta! ¡Y gracias manta!
Hacer café con leche
Si bien amo amo amo tomar café con leche, ya asumí lo siguiente: amo más HACER el café con leche. Amo el ritual de calentar / espumar leche con el mejor accesorio que inventó Nespresso, amo escuchar silbar a la Volturno que me regaló mi nonna o, los fines de semana, el aroma que desprende mi cápsula favorita al instante del TAC, pinchazo. Hay algo de barista en todo esto (con todo respeto a los baristas) que me remonta a cafecitos lindos, a recuerdos con gusto dulce y a disfrutar a pleno mis tazas favoritas (tengo miles, una para cada humor). ¡Gracias café con leche!
Colorear y reír con juegos de mesa
Mi hija Jazmín, de 4 años ya (¡ya 4 chicaaaas!), me reconectó con todas esas cosas que amaba de niña: pintar, dibujar, crear con papel, armar rompecabezas y divertirme sin tope con juegos de mesa. ¿Por qué tuvo que llegar una niña a la familia para reavivar este fuego? Ahora que estoy en este ciclo lúdico, no lo quiero dejar apaciguar jamás. ¡Qué fácil es reír! ¡Qué bien se siente compartir y CREAR HOGAR, como diría mi linda amiga Vero Farías! ¡Gracias aliados de la diversión y la expresión!
Los besos que le doy a Dindu dormida cuando la llevo a su cama; conversar con Mr. P y que terminemos riéndonos; hacer pochoclos (o palomitas, como diría mi niña de castellano neutro jajaja) para luego comerlos viendo una peli; bañarme con agua bien caliente todas las noches; ponerme medias de lana para dormir; cocinar y cocinar y cocinar; probar recetas nuevas; esperar que llegue la hora de un nuevo capítulo de la serie de cable de turno; leer los posts y mirar los videos del Campamento Botánico de Ceci y Meena (¡esto es actual: esto es mejor que meditar / hacer relajación! ¡Hablemos de un ritual que voy a extrañar cuando se termine!); y podría seguir por páginas y páginas. Los rituales están ahí, en la punta de nuestros dedos, haciendo que nuestra vida sea más amable y placentera. Sólo basta reconocerlos, agradecerlos y disfrutarlos con plena consciencia, sabiendo que alimentan el retorno del “muy” y el engorde del “bien” 🙂
Me encantaría leer sus rituales, y celebrar con ustedes todo lo que les hace bien…
¡Muchísimas gracias Mariquel y Vale por este espacio tan maravilloso!
Vero Mariani
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